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LA EXISTENCIA DE SATANÁS ES DOGMA DE FE

La existencia de Satanás es dogma de fe


Está definido en el Concilio Lateranense IV. 1214. El P. Justo Collantes,S.I., Catedrático de Teología en la Facultad de Granada dice que las palabras utilizadas en este capítulo son «una profesión de fe». Dice el Concilio Lateranense IV: «Creemos firmemente y confesamos sinceramente que (...) el diablo y demás demonios fueron creados por Dios buenos, mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos» «Por lo tanto no se puede negar la existencia real de un ser creado por Dios».


El pecado del demonio fue de soberbia


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La Biblia dice que Dios creó los ángeles y que algunos pecaron y fueron condenados para siempre: éstos son los demonios. «Los demonios son ángeles caídos». La doctrina católica nos enseña que los demonios son ángeles caídos a causa de su pecado, seres espirituales de gran inteligencia y poder; la potencia de Satanás sin embargo no es infinita. No es más que una criatura, potente por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre una criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios».


A propósito de Satanás, el cardenal Medina subrayó «que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces se ejerce habitualmente a través del engaño, la mentira y la confusión. Si Jesús es la Verdad, el diablo es mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el principio, la mentira ha sido su estrategia preferida. Engaña a los hombres haciéndoles creer que la felicidad se encuentra en el dinero, en el poder, en la concupiscencia carnal. Engaña a los hombres persuadiéndoles de que no tienen necesidad de Dios y de que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia y de la salvación. Incluso engaña a los hombres disminuyendo, es más, haciendo desaparecer el sentido del pecado, sustituyendo la ley de Dios como criterio de moralidad por las costumbres y las convenciones de la mayoría. Persuade a los niños de que la mentira es un modo apto para resolver los diversos problemas, y así poco a poco se crea entre los hombres una atmósfera de desconfianza y de sospecha. Tras las mentiras y engaños, que llevan la imagen del Gran Mentiroso, se desarrollan las incertezas, las dudas, un mundo en el que no hay ya seguridad, ni Verdad y donde, en cambio, reina el relativismo y la convicción de que la libertad consista en el hacer lo que se quiere; así no se entiende ya que la verdadera libertad es la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien y de la única felicidad posible».


El demonio es un ser inteligente, no humano, que induce a los hombres al mal. Pero al demonio se le puede vencer con la ayuda de Dios. Al demonio se le pinta con cuernos y con rabo; pero ya se comprende que el diablo ni tiene cuernos ni rabo, pues es espíritu. Se le representa así para expresar que es un espíritu malo.


En la Biblia parece clara la existencia del demonio en la tentación de Eva, en las pruebas de Job, etc.; y sobre todo en el Evangelio. Cristo para rechazar a Pedro que le proponía huir de la cruz le dice: «Apártate de mí, Satanás». Es decir, Cristo supone que Satanás es alguien. Si no, ese modo de hablar no tendría sentido. Dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica que el demonio es persona, es decir, es un ser. Así lo considera Cristo pues supone que tiene deseos: le dice a Pedro que «Satanás quiere cribaros como al trigo». Y San Pedro llama a Satanás nuestro adversario y afirma que anda buscando el modo de hacernos daño.


En otra ocasión Cristo afirma que Él expulsa al demonio


D. Salvador Muñoz Iglesias, Profesor de Sagrada Escritura en el Seminario de Madrid, dijo: «Quien niegue la existencia real de Satanás tiene que admitir que Cristo o se equivocó o nos engañó. Si un cristiano no puede admitir ninguna de estas dos cosas, tendrá que aceptar la existencia real de Satanás».


«Si hay algo claro en una lectura de las páginas del Nuevo Testamento, es que para Jesús y los Apóstoles, el demonio es una realidad, una realidad viva; y no una simple figuración o un fantasma». Pablo VI dijo: «Quien rehúsa reconocer la existencia de Satanás se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica». Dice Monden: «No se puede eliminar de la Escritura la existencia del demonio como ser personal sin alterar el mensaje cristiano en su misma esencia».


El demonio «es el tentador que busca nuestra desgracia y quiere cerrarnos las puertas del cielo».

«Sin embargo, el poder de Satanás no es infinito. No es más que una criatura» «El diablo no tiene poder sobre la salvación eterna del hombre, si éste no se lo permite». «Aunque el diablo es capaz de tentarnos no puede arrancarnos nuestro consentimiento».


Dice la Biblia que el demonio nos tienta porque nos tiene envidia», pues siendo la naturaleza humana inferior a la angélica, nosotros podemos salvarnos y él no. Por eso quiere impedir nuestra salvación eterna». Dice San Pablo que el diablo nos tienta». Y para tentarnos, nos engaña. San Juan le llama «mentiroso». En el Nuevo Testamento se habla del demonio más de cien veces». El hecho de que la Biblia mencione en el Apocalipsis el 666 como el número de la Bestia, «para algunos es el signo de Satán, y es un número maldito». En nuestros días la presencia del diablo se da principalmente en las prácticas de espiritismo y el juego de la «ouija». Y también en las sectas satánicas y en las posesiones diabólicas».


Sin lugar a dudas, a pesar de la controvertida manifestación de esta entidad, solo por el mero hecho de cuestionarla, infunde los temores tanto de aquellos que lo niegan, evidenciando por sí mismo su existencia, como de aquellos que lo aceptan, que hacen de si, el dogma propio de fe, racionalizando el sentido del pecado, entre la comprensión del bien y el mal... Cuestión fundamental a la hora de poner de manifiesto, la existencia de la dualidad plena en la convicción moral de las consecuencias derivadas de los actos de cualquier hombre...


Ahí donde Dios tiene un templo, el demonio levanta una capilla.


Hace de si entrega el demonio, en su arraigada persecución, por tentar al hombre en la duda de su Fe del y en el hombre frente a Dios, demuestra su esclavitud constante, perenne en la forma de los tiempos con los que sus viles tretas quieren hacerse evidencia en las mil y una formas de deferencia que muestra el ser humano por sus semejantes, haciendo de esta misma forma de esclavitud, la condicionada vida materializada de todos los llamados humanos...

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Siempre en busca todos del mejor nivel que se pueda alcanzar, a trote de lo que él mismo cree, sus necesidades, siendo esclavo propio de sus bienes, por los que incesante privatiza sin dejar comprensión ni solidaridad ante los demás. El egocentrismo o egoísmo, hace de este menester y compañero eterno de la posesión esclavizante de las muestras de la deseada ostentación con la que hacemos mérito y refrenda sobre los condenados, ultrajados, indignos, ajusticiados, por un sentimiento incomprensible de apariencia insostenible y que al fin y al cabo con ella al hombre no entierran, más nada que su deseo refleja en un triste mausoleo consecuencia propia de su debilidad y esclavitud que le conduce a ella.


Sabe bien, en este menester el aquí llamado Satanás, lo bueno que ha de cultivar, para semilla y engendro de la renuncia en la Fe de los hombres a Dios, pues la frialdad de las razones, mezcladas con la avaricia, compañera simpar del egocentrismo y egoísmo, hacen del camino, un pedregoso destino providenciado de intereses que solo mantienen al hombre por su condición de su posesión, no de quién y por lo que fue y es, triste lección, que con saña, predestina la mortalidad condicionada de nuestra carne, esclava irreverente del bienestar del propio Satanás ante la esencialidad propia de la condición de la cual nos sabemos semejantes ante Dios nuestro Señor y en práctica no ponemos, por creernos en la más fácil comodidad de un camino, atormentado de abruptos pedregales llamados sufrimientos...

"Siembra el demonio su vanidad, en la envidia propia del pecado de su divinidad

Cruel y latente su pecado, en su inerte soberbia sin piedad,

muere el llamado lucero, en la más impía soledad

de la que un día su Dios no recordará..."

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