FORMAS ACTUALES DE IDOLATRÍA
Es indudable que el primer mandamiento de la Ley de Dios posee obligaciones gravísimas y trascendentales, sin embargo, pocos son los cristianos que confiesen transgresión alguna contra este primero y más excelente mandamiento. Es creencia corriente que ya no existen ídolos, luego no se da entre nosotros la idolatría, ciertamente en muchas partes ya no existen los ídolos tradicionales, que figuraban a hombres, mujeres y animales, a los que se consideraba como a dioses, se les ofrecían dones, se les distinguía con honores y se confiaba en ellos como si tuvieran un poder extraordinario. Nuestro tiempo no es el de los ateos, pero sí el de los idólatras. En efecto, el hombre que vive como si Dios no existiera, al no poder vivir sin religión, acude a dioses suplementarios a los que no deja de ofrecer el incienso de su secreta adoración. Cuando el hombre no adora a Dios, lo reemplaza por ídolos. Hay, pues, que empezar por liberar al hombre de cualquier idolatría mediante la profesión de fe en el único Dios que se ha revelado a lo largo de la historia de la salvación (Adoración, G Fenili / Stefano de Fiores).
Existe una idolatría, que no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. La idolatría es una tentación constante de la fe, consiste en divinizar lo que no es dios. Hay idolatría desde el momento en que la persona honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios, trátese de dioses o de demonios, trátese del poder o del placer, o de la raza, o de los antepasados, o del Estado, o del dinero, la idolatría rechaza el señorío único de Dios, es por tanto incompatible con la comunión divina (CIC 2113).
La búsqueda exagerada de los bienes externos, una entrega al placer y a las diversiones como meta principal de la existencia humana, el exagerado enamoramiento de una persona, son idolatría sin duda alguna. Idolatría, una desmedida afición al deporte que ocuparía el tiempo y el corazón de las personas, por lo que idolatría no es solamente un acto externo de adoración a criaturas no divinas, sino más bien una disposición interior que da una categoría monstruosa a simples personas, o a necesidades humanas. Al pueblo escogido, de Israel -muy proclive a recibir y adorar a los dioses que reverenciaban los pueblos paganos vecinos- se dirigió Dios por Moisés y los profetas, para indicarle su extravío, puesto que sólo Dios es su Creador, su Defensor, su Liberador de la ominosa esclavitud que padecía en Egipto. Por todos estos motivos, el pueblo de Israel ha de ofrecer a Dios, su adoración, y su gratitud, por la plegaria y el culto mediante la liturgia que el mismo Dios señala minuciosamente. Y así les dirá con toda claridad Yo, te saqué del país de Egipto, de la casa de servidumbre, en consecuencia, adorarás al Señor tu Dios, a Él servirás e invocarás su Nombre, no vayas tras otros dioses, no sirvas a algunos de los dioses de los pueblos que te rodean porque tu Dios está en medio de ti. (Deuteronomio 6)
Así, así se evita la idolatría, ofreciendo a Dios su confianza, la plegaria, la adoración, la gratitud, y las ofrendas que revelan la esperanza puesta en Dios, si en lugar de darlo a Dios se ofrece a las criaturas cualquiera que ellas sean, ya se puede afirmar que el tal sujeto es un auténtico cultivador de la idolatría
La encíclica Quas primas señala que la equiparación de la religión verdadera de Jesucristo «al mismo nivel de las falsas religiones» es «ignominiosa». Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia católica y apostólica (cf DH 1) (…) La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, Carta enc. Immortale Dei; Pío XI, Carta enc. Quas primas) (CIC 2105).
En junio de 2012, paralelamente a Río+20, (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible), que tuvo lugar en el Brasil, se verificó la llamada Cumbre de los pueblos, la que hizo gala del proyecto anticristiano Carta de la Tierra, poniendo en evidencia el sincretismo y panteísmo ecologista diseñado para remplazar al Decálogo. La Carta de la Tierra y la Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad, presentada esta última, en la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba (abril 2010), tienen como fin primero y último el posicionamiento de una reingeniería pagana, que se vino desarrollando, muy particularmente a partir de 1992, para fabricar una Iglesia ecuménica mundial, al servicio de un Nuevo orden mundial, (democracia sociocósmica en expresión del ex presbítero Leonardo Boff), o dicho de otra forma un socialismo espiritual, sistemático proyecto de retorno, a la idolatría y el paganismo. (”Madre tierra” sí, Cristo no», Germán Mazuelo-Leytón). Impostura sincrética que se cubre con la falacia de ecumenismo y diálogo interreligioso: No podemos olvidar la trascendencia del Evangelio en relación con todas las culturas humanas en las cuales la fe cristiana está llamada a enraizarse y a desarrollarse según sus propias virtualidades. Por cuanto grande deba ser el respeto por todo lo que es verdadero y santo en la herencia cultural de un pueblo, una semejante actitud no exige que se tenga que atribuir un carácter absoluto a esta herencia. Nadie puedo olvidar que desde los orígenes, el evangelio ha sido “escándalo para los judíos necedad para los paganos” (1Cor 1, 23): la inculturación toma un préstamo la voz del “diálogo entre las religiones” no puede ser en modo alguno ocasión de sincretismo. (Fe e inculturación, nº 14, Comisión teológica internacional)
Unos años más, -dijo el Padre Meinvielle- y de no intervenir directamente la mano de Dios, el “Aparato publicitado de la Iglesia Católica” profesará una religión completamente distinta de la que nos enseñó Jesucristo y que nos han transmitido los Padres, Doctores y Santos de la Iglesia doblemente milenaria. La Sagrada Escritura nos puso de aviso que esa forma pagana de vivir es incompatible con el Dios Verdadero (cf. Éxodo 34,13; Sirácides 48,1; 1 Reyes 18, 21), y San Pablo nos advierte que habrán tiempos en los que la verdadera doctrina será rechazada, despreciada, y los que la sigan perseguidos (cf. Hebreos 13, 9). (Dioses falsos y Dios, Germán Mazuelo-Leytón)